Historia de las organizaciones aliadas

Cómo Brasil está defendiendo sus derechos digitales

WhatsApp es una de las aplicaciones más populares en Brasil. Alrededor del 98% de las personas en el país la usan para su comunicación diaria. Mientras que los mensajes SMS pueden tener un costo, el WhatsApp es gratuito. 

“No decimos mándame un mensaje, decimos zapéame”. Es algo muy arraigado en la sociedad brasileña, dice Camila Leite Contri, coordinadora de la sección de derechos digitales del Instituto Brasileño de Defensa del Consumidor (Idec)

Durante los meses de aislamiento por la pandemia de Covid-19, la aplicación se convirtió en una herramienta esencial para que las personas se mantuvieran conectadas con amigos y familiares, y para que pequeños emprendedores pudieran ganarse la vida en medio de una gran crisis social.

Y fue en este momento, en enero de 2021, que WhatsApp dio un ultimátum en Brasil: las personas usuarias debían permitir que la aplicación compartiera sus datos con otras empresas del grupo Meta como Facebook, o de lo contrario, dejar de usar WhatsApp. Esto fue una clara violación de las leyes de privacidad brasileñas. 

Para empeorar las cosas, WhatsApp lanzó esta actualización de su política de privacidad de distintas maneras en otras partes del mundo. En Europa, que tiene protecciones de privacidad similares a las de Brasil, la aplicación cumplió con las regulaciones locales que prohíben el intercambio de datos entre WhatsApp y otras empresas de Meta tras una decisión tomada por la Autoridad de Protección de Datos de Irlanda en 2021. 

En julio de 2024, Idec y el Ministerio Público Federal de Brasil demandaron conjuntamente a Meta por más de USD 300 millones por violar la Ley General de Protección de Datos de Brasil y el Código de Protección del Consumidor. La acción civil fue el resultado de una petición administrativa presentada por el organismo de control de responsabilidad empresarial, Ekō, en abril de 2021, para detener dicha política. En agosto, un tribunal federal emitió una medida cautelar que impedía a WhatsApp compartir los datos de las personas usuarias con otras empresas de Meta y que requería que WhatsApp ofreciera opciones claras de privacidad. WhatsApp apeló exitosamente la medida, pero la batalla legal seguramente se prolongará durante años. 

Idec, la principal organización de derechos del consumidor de Brasil, y Ekō han liderado conjuntamente la presión legal y pública contra esta política desde 2021. Ekō también brindó varios análisis legales innovadores que formaron la base de la acción civil y de una campaña de presión pública en curso. El caso ofrece un paradigma de cómo los grupos de la sociedad civil, tanto internacionales como locales, pueden aunar sus recursos y experiencia para frenar el abuso de las grandes compañías de tecnología en materia de derechos digitales y humanos.

WhatsApp, el monopolio

En enero de 2021, las personas usuarias de WhatsApp alrededor del mundo comenzaron a recibir un mensaje de advertencia. Flora Rebello Arduini que vivía en Londres fue una de ellas. Recibió una versión del mensaje basada en el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) de la Unión Europea. Le ofrecía un botón para aceptar la nueva política y otro para rechazarla. Como activista de derechos digitales en Ekō, Arduini estaba interesada en el cambio de política.       

Pero su interés pronto se convirtió en alarma. En Brasil, de donde es originaria Arduini, el mensaje de advertencia era diferente. Al hablar con amigos en su país, se enteró de que no había un botón para rechazar la nueva política de privacidad, una clara violación de las leyes brasileñas.

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Personas en Brasil se vieron obligadas a aceptar el cambio de política de WhatsApp, ya que solo ya que solo aparecía un botón que decía “Aceptar”.

“Estaba indignada”, dijo Arduini, Asesora Senior en Tecnología y Derechos Humanos de Ekō. “Al vivir afuera, tuve más protección que mis compatriotas en Brasil donde funcionaba una ley similar, pero Meta decidió no respetarla, y tratar a las personas brasileñas como ciudadanas de segunda a pesar de ser Brasil uno de sus clientes más importantes”. 

Idec dijo que varios aspectos de la implementación de la política de privacidad eran ilegales en virtud de la ley brasileña, lo que incluía el mensaje emergente coercitivo, la falta de claridad respecto de lo que cambiaba (algunas páginas ni siquiera estaban traducidas al portugués), y el procesamiento innecesario de los datos de personas usuarias para construir perfiles cada vez más espeluznantes y detallados a través de la vigilancia en las plataformas.  

“¿Por qué las personas europeas tienen una protección de datos más fuerte que nosotros si tienen una ley de protección de datos muy parecida?” dijo Leite Contri quien ayudó a liderar la demanda. “Nuestro sistema legal fue violado y las ciudadania brasileña fue tratada como de segunda. Nuestra Autoridad de Protección de Datos no avanzó con el caso que estaba estancado desde 2022. Fue en ese momento que decidimos iniciar esta acción civil contra WhatsApp”. 

La colaboración para fundamentar el caso

Idec sabía que el primer obstáculo sería convencer a la Fiscalia para que tomara el caso. Tanto Idec como Ekō contribuyeron a una investigación independiente realizada por el Ministerio Público Federal (MPF). En este proceso, Ekō tomó la iniciativa de contratar a una persona perita independiente para redactar un informe legal sobre las violaciones de protección de datos de WhatsApp.  

“Fue extremadamente desafiante porque la mayoría de los bufetes de abogados brasileños tienen algún tipo de conflicto de interés”, sostuvo Arduini. Meta tenía algún tipo de relación con muchos de los principales bufetes de abogados de Brasil especializados en protección de datos. “Ésta es una estrategia conocida de Meta. Hacen esto en mercados clave y hacen que sea muy difícil para la sociedad civil y otras partes contratar abogadas y abogados”.   

Pero Ekō finalmente encontró un abogado independiente y contrató la redacción del informe, lo cual consolidó el caso y, lo más importante, no dejó dudas de que era necesaria una acción civil. Ekō lanzó una petición que recolectó más de 210.400 firmas de todo el mundo mientras que Idec comenzó su propia campaña "Diga no".  

Un segundo dictamen legal sobre la política de privacidad, redactado por un experto académico e incluido en el procedimiento por Ekō, fue esencial para el avance de la investigación de la fiscalia y la prueba de violaciones de los derechos de personas usuarias. Esto llevó a la conclusión de que era necesario llevar el caso a los tribunales. Idec y el MPF unieron sus esfuerzos para presentar la demanda de forma conjunta.  

“Lo más importante es asegurarse de que todas las instituciones -los medios de comunicación, los reguladores y los representantes del gobierno- sepan que a la gente le importa mucho este tema”, dijo Emma Ruby-Sachs, Directora Ejecutiva de Ekō. “Es uno de los aportes más importantes de Ekō: un clamor público con mensajes, peticiones y comunicaciones públicas. Luego respaldamos ese clamor con un análisis legal inteligente, una excelente labor de educación de los medios de comunicación sobre las complejidades del tema y abogamos ante los responsables de la toma de decisiones”.

Demanda histórica sobre protección de datos

El 16 de julio de 2024, Idec y el Ministerio Público Federal presentaron su demanda contra WhatsApp, en la que solicitaban 1,7 mil millones de reales (el equivalente a más de USD 300 millones en la actualidad) y exigían una medida cautelar contra Meta antes del juicio que impidiera a la empresa compartir los datos personales de personas en Brasil fuera de WhatsApp y les otorgara a la gente el derecho de rechazar la nueva política.

La demanda además menciona a ANPD, la autoridad reguladora de protección de datos de Brasil. Si bien al principio fue colaboradora, la agencia se volvió reservada y no ha continuado con la investigación, sostuvo Idec. Se negaron a brindar información o documentos sobre su investigación de WhatsApp a Idec e incluso a la fiscalia. La demanda busca transparencia y una explicación por su secretismo.    

Las demandas por lo general buscan medidas cautelares múltiples y esperan que los jueces concedan algunas y rechacen o modifiquen otras. Pero el 14 de agosto, el juez federal emitió un fallo sin precedentes que concedía todas las demandas contra WhatsApp y obligaba a la empresa a limitar el intercambio de datos personales con otras empresas de Meta y a crear una herramienta accesible para que las personas usuarias puedan optar por rechazarlo. El juez ordenó a WhatsApp pagar USD 36.000 por día si no cumplía con la medida cautelar antes del 12 de noviembre. 

“Podía sentir que ese momento era paradigmático”, dijo Leite Contri. “Es tan difícil que un juez en cualquier caso conceda plenamente las solicitudes de medidas cautelares, especialmente en un caso tan técnico”.  

La celebracion duró poco: menos de un mes después, la Cámara de Apelaciones aceptó el recurso de WhatsApp y suspendió la medida cautelar, lo que permitió a la empresa continuar con sus prácticas de manejo de datos a la espera del resultado del caso.

El cierre de la brecha en la aplicación de la legislación

El bloqueo del intercambio de datos podría ser finalmente confirmado por un fallo definitivo, que puede tardar años en llegar y que probablemente también será apelado por Meta. 

Sin embargo, la colaboración entre Ekō e Idec es un reflejo del ecosistema global de derechos interconectados que se necesita para enfrentarse a las empresas de tecnología multinacionales. “Todo en nuestro mundo está integrado ahora y nuestro movimiento también debe estarlo”, dijo Ruby-Sachs. “Un ecosistema no es una coalición. Es un sistema integrado en donde cada organismo cumple su rol y apoya y se involucra con la supervivencia del resto”. 

Leite Contri dijo que espera que la demanda incentive a los grupos de la sociedad civil en otros países a oponerse a las grandes compañías de tecnología en los tribunales. Frecuentemente, sostuvo, estas compañías parecen dar a entender que la privacidad es el precio a pagar por la innovación y que pueden abandonar su mercado si las leyes son demasiado restrictivas. 

“¿Por qué estamos enfrentando estos abusos cuando otros países obtienen protección?” señaló. “Sí, necesitamos la innovación, pero no tenemos que intercambiar nuestros derechos (por ella)”.